domingo, 26 de febrero de 2017

Te has equivocado de sitio, guapa

Acabo de escuchar esta frase en una serie de televisión con la que me identifico bastante, dentro de lo que cabe. Una trabajadora independiente que ha llegado a ser poderosa en su entorno social y laboral. Yo no creo que, en mi caso, poderosa sea la palabra de cara a mi trabajo y relaciones vistas desde fuera, pero así me siento respecto a mi propia vida. Porque la dirijo hacia donde quiero. Y si se desvía, me pongo en modo ACTION y la vuelvo a encauzar. Y si no se encauza del todo me adapto yo a lo restante. Así de fácil. Es fácil decir fácil pero sí posible, y sin demasiado esfuerzo. Concentración en el objetivo a conseguir, establecimiento de las estrategias, tocar las teclas necesarias y listo.

También, en el pasado, he sentido el mensaje directo de aquella miradas que me decían lo de "te has equivocado de sitio, guapa". Sobre todo cuando trabajaba junto a los falsos poderosos del mundo del periodismo de moda. Te intentaban transmitir que no estabas a su altura, cuando la realidad era que se sentían amenazados por tu presencia en su territorio. Recuerdo que ese era mi sueño y lo cumplí, trabajar en una revista de moda. Pero no de cualquier manera. Mi objetivo era contribuir realizando reportajes técnicos y analíticos, del llamado periodismo de precisión. Y la verdad que lo logré. Y cuando quise lo dejé, eso también. He de reconocer que pasado el tiempo, y debido a las personas con las que me topé en los siguientes trabajos que tuve, me arrepentí. Aunque esa sensación no tardó en volatilizarse. Y pasados unos años, llegué sola hacia el que creo que es mi sueño definitivo en materia laboral: la independencia absoluta. Como la chica de la serie. Ahora ya nadie me puede hacer sentir fuera de sitio. Y es lo que recomiendo a todo el que quiero, que nunca se sientan de menos ante situaciones o personas.

No sé por qué en mis artículos tiendo a filosofar un poco sobre mi vida. Mis disculpas por adelantado. Lo que ocurre es que en el sector periodístico, como freelance, estoy acostumbrada a estar entre bambalinas. Controlando que todo salga a la perfección para esa marca, personalidad o empresa. Siempre en su nombre. Nunca hablo de mí ni de lo que yo pienso, ni sabe nadie que yo estoy detrás de eso que están viendo, leyendo o escuchando. Por esa razón aprovecho este pequeño y recóndito lugar para hacerlo. Mi abandonado Blog. En cualquier caso, intento que el hecho de hablar de mí -o más bien de mis experiencias y aprendizajes- puedan servir de algo. Y ese algo es el empuje al estado de ánimo de la gente que me pueda leer, que son muy pocos. Aquí dice que en dos años se han registrado algo más de 8.000 visitas a mi Blog. ¡Será que se han equivocado muchas veces al buscar información por Internet!

Los que os gusta escribir como a mí, periodistas o no, sabéis que a veces la mente precisa expresar algo más, y lanzarlo al aire. O quemar adrenalina acumulada, lo que se consigue con textos propios de verdad. Que para ti son seda, cava y pastel, es decir, provocan en tu interior una agradable experiencia sensorial. Y también de realización personal. Como cualquier afición, que llevándola a cabo con ilusión y ganas te hace casi los mismos efectos de la meditación: liberarte de la película continua de tantos y tantos pensamientos conscientes e inconscientes que bombardean nuestra cabeza. Te facilita centrarte en una sola cosa. Y disfrutarla. Petazetas despidiendo chispas en el cerebro. En ese sentido no se asemeja a la calma absoluta que puede generar la meditación, ya que aquí se añade un elemento de emoción.

Ojalá a todas las facetas de nuestra vida le pusiéramos el aderezo de la emoción. Y si no a todas, a las principales. Porque, sin duda, viviríamos mejor. Amar la trama más que el desenlace, como entonaría Jorge Drexler en una canción del que dicen que es su peor disco. Porque funcionar de esta manera también produce un efecto muy importante: que no miremos al reloj cada dos minutos a ver cuánto tiempo falta para acabar esto o aquello. Y sin embargo, la fascinante percepción de que el tiempo corre veloz cuando estás empleándolo en algo que te hace feliz, esa no desaparece. Yo digo siempre que hay días que habría que enmarcar. Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión, como diría Michael Ende.

Patricia 

P.D: Si no hubiera titulado este artículo "Te has equivocado de sitio, guapa", lo hubiera encabezado con la palabra PETAZETAS. Aunque los artículos tampoco llevan postdata así que esto que acabo de decir no cuenta ;-)

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