lunes, 4 de enero de 2016

Speed Dating, ¡cuanto menos curioso!

Hoy voy a escribir sobre una original experiencia que tuve hace unos días. Una amiga me pidió que fuera con ella a una convocatoria de Speed Dating, o lo que es lo mismo, un encuentro de citas cada 5 minutos. Con la era de Internet, al principio me pareció extraño que aún se realizaran este tipo de actividades, ¡pero sí! Chicas sentadas en mesas de dos, y chicos que van pasando de una mesa a otra (previa cena donde ya vas conociendo un poco a la gente que ha acudido al evento). Debo decir que al comienzo me quería meter debajo de la mesa, o más bien salir de allí cual Speedy González, pero después resultó ser una vivencia divertida. Es más, yo lo llamaría un experimento sociológico, muy americano por cierto (ataques de risa aparte, con lloros incluidos.) Tuve la oportunidad de conocer a hombres de diferente tipo y con distintas historias a su espalda. Algunos buscaban una relación seria, y que de hecho en algún caso ya la habían tenido tras conocer a la que ahora ya era su ex novia en un encuentro similar a este. Otros chicos querían simplemente conocer a alguien interesante para compartir momentos, y otros directamente perseguían encontrar citas para sexo ocasional.

Me sorprendió, eso sí, que los organizadores nos facilitaran un cuestionario, el cual se podría calificar de digno del más puro surrealismo abstracto. Yo no lo usé en ningún momento, la verdad, porque las preguntas eran, como poco, faltas de sentido. ¿Qué personaje de la historia hubieras querido ser? o ¿qué harías si te tocaran millones de euros en la lotería? Y esas eran las más normalitas. En mi opinión, dichas cuestiones quedan anticuadas si lo que se pretende es ver si conectas con esa persona, el feeling, las miradas.... ¡eso lo es todo! Tras cita y cita, y cuando el peso de la elección se hacía más pequeño (lo sientoooo), yo ya empecé a desvirtuar el sentido de mi presencia allí y a ejercer de periodista de campo. Pregunté a los asistentes masculinos cómo les estaba yendo la noche, qué opinaban sobre esta original experiencia y, por supuesto, si les había gustado alguna chica. Muchos me decían que sí, otros no tanto. Y la mayoría eran noveles en estas lides. Lo curioso es que al salir de allí tú no sabías si había habido interés mutuo con alguien en particular, ya que el cruce de datos se realizaba días después. Cada persona apuntaba en una hoja quién le había "caído en gracia". Parecíamos profesoras sexys puntuando a los alumnos aventajados. Ese momento frío cuando el hombre se sienta en tu mesa y apuntas su nombre y referencia... Y le das el tajante SÍ o NO -escondiendo la hoja para que no lo vea-. Para recordar y contar de anécdota a tus amigos, desde luego.

Lo que sí debo alabar es a las personas que van a este tipo de actos, donde se recupera el cara a cara de forma sobria y sin el ambiente de música y copas con poca luz donde todo parece más fácil. El "catálogo de género" (con todos mis respetos) es más limitado -y más aún si lo comparamos con Internet- pero es directo. Pude encontrar desde el prototipo de chico tímido con gafitas, hasta el maduro con hijos adolescentes, pasando por el guaperas que se hace el interesante, el elegante y extremadamente educado, el extranjero recién llegado, el chico joven canalla o el 'abuelete' del grupo. Lo cierto es que al menos en esta ocasión era demasiada gente y al final ya acabas totalmente loco con tanta cita seguida. ¡Es que esto del ligoteo es algo muy cansado! También me permití la licencia de hacer de consejera de algunos poco experimentados quienes me confesaban -previa presión periodística- que habían sentido conexión con alguien del otro sexo, recomendándoles que no esperaran al famoso cruce de datos y que se lanzaran a pedirle el número de teléfono. Digo yo que esto ha de ser cuanto más divertido mejor, ¿no? Reconozco que a algunos asusté, y otros creyeron que era una forma de dar calabazas indirectas. Rumores y chivatazos varios a posteriori que hubo, faltaría más. 

Acabando con la noche, después de romper el hielo con todos y cada uno de los allí presentes, se hizo una pequeña piña y nos fuimos a comentar la jugada a un pub. Pero poco se comentó, porque pocos eran los valientes que desvelaban quién habían elegido -si es que habían escogido a alguien-. Yo sí que lo dije, creo que fui la única. Aunque por supuesto aquí no lo voy a poner, hasta ahí no llega mi arrojo. 

A pesar del tono ligeramente irónico de este artículo, quiero decir que fue un placer conocer a algunas personas interesantes -sólo amigos, en este caso- y con quien espero volver a coincidir en la gran ciudad para compartir momentos de ocio, risas y diversión. ¡Porque no todo es ligar!

Hasta la próxima cita. Digo aquí, en mi blog, por si no ha quedado claro ;-)

Patricia Giménez