domingo, 29 de mayo de 2016

El amor y l@s asistent@s

Hoy quiero hacer un llamamiento al mundo, a los que creen y no creen en el amor para siempre. Yo no sé si creo o no, pero tengo una cosa segura: la rutina y la vida familiar mata poquito a poquito el amor entre dos personas. ¿Dónde queda esa pasión e ilusión si el fin de semana nos peleamos por quién pone la lavadora? Yo estoy felizmente divorciada, y digo felizmente tanto porque mi ex marido es mi mejor amigo como porque mi vida actual es, para mí, maravillosa. Pero lo veo y escucho continuamente, sin ir más lejos de boca de mis amigas casadas. Aparte de peleas, que las puede haber o no, es el tiempo absolutamente perdido que una pareja joven destina a limpiar la casa el fin de semana cuando lo podría hacer un/a empleado/a del hogar. ¡Vivan l@s asistent@s!

Porque además contar con un apoyo de este tipo contribuye a crear empleo. Todos son ventajas. Y antes hablaba del fin de semana, que debería y debe ser para disfrutar y descansar, pero ¿qué me decís del día a día? Después de trabajar todo el día llegar a casa y tener que limpiar... hacer la cenita y esas cosas es otra cosa porque ya hablaríamos de tener cocinera o criada interna, y eso ya es menos asequible económicamente hablando. Pero alguien que quite el peso de la limpieza a la pareja, eso sí es plausible para una familia de nivel medio. Yo antes decía, y lo sigo diciendo, 'me lo quito de comer', y es verdad, porque no cuesta tanto dinero tener a un/a empleado/a del hogar contratada/o y además asegurada/o por la Seguridad Social, que es como se debe hacer. Un dinero muy bien empleado, por no hablar de la calidad de la limpieza, que no es la misma si la hacemos nosotros.

Pongamos un ejemplo: pareja 1 y pareja 2. La pareja 1 tiene dos niños pequeños a pesar de ser jóvenes, pero no tiene asistenta. Ya es bastante trabajo cuidar de ellos mismos y de sus pequeños como para encima tener que ocuparse 100% de la casa. Y aún así lo hacen, de lunes a domingo. Los sábados por la mañana en lugar de dormir (o hacer el amor) hasta tarde si están solos, o de jugar o salir con los niños, se dedican a limpiar. Sin mencionar las tardes-noches de lunes a viernes... Y el cansancio es crónico. Por otro lado está la pareja 2. Mismo número de niños, pero con ayuda profesional en casa. Se gastan a la semana en ello lo equivalente a lo que sería una cena en un restaurante de carta para dos. Pero esa pequeña inversión les permite todo el tiempo del mundo para hacer precisamente eso: salir, puede que con algo menos de presupuesto como único inconveniente. O por supuesto relajarse en casa. De nuevo, todo ventajas. La balanza habla. No hay color.

Insisto en que hablo de un poder adquisitivo medio, de manera que tener asistent@ no suponga un descalabro en la economía doméstica, sino un gasto más perfectamente asumible. Y si es así, pues totalmente recomendable contar con esta clase de apoyo. Porque en lugar de estar una hora aspirando y fregando el suelo se puede ver una buena película en el sofá, o salir a tomar el aperitivo. Porque vida sólo hay una, y hay que recuperar el tiempo para nosotros. Se llama calidad de vida, algo por lo que yo siempre apuesto. Y se llama dejar seguir floreciendo el amor, y dedicarse más a tu pareja en lugar de tanto tender y planchar.

No, yo no soy asistenta a pesar de la publicidad que les estoy haciendo. Pero sí tengo una hace años, y no la cambio por nada. Por eso, hago este llamamiento a las parejas que viven juntas (con y sin hijos) para que no pierdan el tiempo en cosas que pueden delegar por un módico precio a otras personas especialistas en ello y así disfrutar más su vida. El amor es más fácil con asistent@.

He dicho.

Patricia

lunes, 14 de marzo de 2016

Hasta "los mismísimos"

Empatía: capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. Me dan ganas de solicitar a la RAE que añada a esta definición de su diccionario la coletilla "pero no es algo que las personas hagan con frecuencia". Y, siguiendo con mi opinión sobre el tema, pienso que cuando esta falta de empatía se produce con personas a las que quieres o aprecias -lo que las daña-, para mí, es egoísmo y egolatría. Y quizá lo peor de no tener empatía es que genera un círculo vicioso que finalmente va en contra de la propia persona que es así. Es un autosabotaje, una manera de cerrarse ante posibles cosas buenas que pueden llegar en la vida. Porque llegar llegan, pero sin empatía no se mantienen.

En una historia de amor, una amistad, una relación familiar... si no se tiene en cuenta lo que le gusta o no a la otra persona, no se avanza. Es imposible. Se llega hasta un punto, pero de ahí no se pasa. Si alguien nos dice que le hemos hecho daño por unas desafortunadas palabras que le hemos dirigido, es de ley pedir disculpas e interesarse por ello.

Pero los faltos de empatía, si consideran que para ellos no ha habido tal ofensa, no sólo no lamentan su acción sino que la refuerzan, se sienten atacados y al final son ellos los que se enfadan. Ridículo. En vez de regalar el cariño y consuelo demandado, se cierran en sí mismos, y con dicha actitud van perdiendo a esa persona... Esa persona que seguro estaría más que satisfecha con unas palabras amables y viendo que se interesan por ella.

Pues hasta "los mismísimos" está esta humilde bloggera de tropezarse con personas así.¿Será porque yo soy todo lo contrario? Llamadme "bienqueda", pero yo no soy capaz de hacer sentir mal a una persona si el perjuicio ha venido además de mi parte. No cuesta tanto meterse en la piel del otro de vez en cuando, porque además esta forma de actuar SIEMPRE comporta un beneficio propio, y no es otro que el de que esa amiga, un novio o una madre dolida nos quiera aún más. Ser empático es una cualidad humana que debería ser obligatoria, pero desafortunadamente hay muchos individuos que carecen de ella. Y que año tras año van perdiendo amistades y relaciones por no cuidarlas como deben.

Aunque a nosotros nos parezca una solemne tontería lo que hemos dicho o hecho, en la escala de valores del otro sí puede haber sido algo de gravedad. Unas palabras poco pensadas pueden hacer mucho mal en un momento dado. Y si nos vemos cargados de razón, explicarnos sin alterarnos. Calma, relax, que Roma no se construyó en un día. Porque, ¿qué prefieres? ¿seguir disfrutando de esa persona a quien le importas o echarla de tu vida por tener un baremo de sensibilidad distinto al tuyo?

Es fácil, ¿verdad?


Patricia

lunes, 4 de enero de 2016

Speed Dating, ¡cuanto menos curioso!

Hoy voy a escribir sobre una original experiencia que tuve hace unos días. Una amiga me pidió que fuera con ella a una convocatoria de Speed Dating, o lo que es lo mismo, un encuentro de citas cada 5 minutos. Con la era de Internet, al principio me pareció extraño que aún se realizaran este tipo de actividades, ¡pero sí! Chicas sentadas en mesas de dos, y chicos que van pasando de una mesa a otra (previa cena donde ya vas conociendo un poco a la gente que ha acudido al evento). Debo decir que al comienzo me quería meter debajo de la mesa, o más bien salir de allí cual Speedy González, pero después resultó ser una vivencia divertida. Es más, yo lo llamaría un experimento sociológico, muy americano por cierto (ataques de risa aparte, con lloros incluidos.) Tuve la oportunidad de conocer a hombres de diferente tipo y con distintas historias a su espalda. Algunos buscaban una relación seria, y que de hecho en algún caso ya la habían tenido tras conocer a la que ahora ya era su ex novia en un encuentro similar a este. Otros chicos querían simplemente conocer a alguien interesante para compartir momentos, y otros directamente perseguían encontrar citas para sexo ocasional.

Me sorprendió, eso sí, que los organizadores nos facilitaran un cuestionario, el cual se podría calificar de digno del más puro surrealismo abstracto. Yo no lo usé en ningún momento, la verdad, porque las preguntas eran, como poco, faltas de sentido. ¿Qué personaje de la historia hubieras querido ser? o ¿qué harías si te tocaran millones de euros en la lotería? Y esas eran las más normalitas. En mi opinión, dichas cuestiones quedan anticuadas si lo que se pretende es ver si conectas con esa persona, el feeling, las miradas.... ¡eso lo es todo! Tras cita y cita, y cuando el peso de la elección se hacía más pequeño (lo sientoooo), yo ya empecé a desvirtuar el sentido de mi presencia allí y a ejercer de periodista de campo. Pregunté a los asistentes masculinos cómo les estaba yendo la noche, qué opinaban sobre esta original experiencia y, por supuesto, si les había gustado alguna chica. Muchos me decían que sí, otros no tanto. Y la mayoría eran noveles en estas lides. Lo curioso es que al salir de allí tú no sabías si había habido interés mutuo con alguien en particular, ya que el cruce de datos se realizaba días después. Cada persona apuntaba en una hoja quién le había "caído en gracia". Parecíamos profesoras sexys puntuando a los alumnos aventajados. Ese momento frío cuando el hombre se sienta en tu mesa y apuntas su nombre y referencia... Y le das el tajante SÍ o NO -escondiendo la hoja para que no lo vea-. Para recordar y contar de anécdota a tus amigos, desde luego.

Lo que sí debo alabar es a las personas que van a este tipo de actos, donde se recupera el cara a cara de forma sobria y sin el ambiente de música y copas con poca luz donde todo parece más fácil. El "catálogo de género" (con todos mis respetos) es más limitado -y más aún si lo comparamos con Internet- pero es directo. Pude encontrar desde el prototipo de chico tímido con gafitas, hasta el maduro con hijos adolescentes, pasando por el guaperas que se hace el interesante, el elegante y extremadamente educado, el extranjero recién llegado, el chico joven canalla o el 'abuelete' del grupo. Lo cierto es que al menos en esta ocasión era demasiada gente y al final ya acabas totalmente loco con tanta cita seguida. ¡Es que esto del ligoteo es algo muy cansado! También me permití la licencia de hacer de consejera de algunos poco experimentados quienes me confesaban -previa presión periodística- que habían sentido conexión con alguien del otro sexo, recomendándoles que no esperaran al famoso cruce de datos y que se lanzaran a pedirle el número de teléfono. Digo yo que esto ha de ser cuanto más divertido mejor, ¿no? Reconozco que a algunos asusté, y otros creyeron que era una forma de dar calabazas indirectas. Rumores y chivatazos varios a posteriori que hubo, faltaría más. 

Acabando con la noche, después de romper el hielo con todos y cada uno de los allí presentes, se hizo una pequeña piña y nos fuimos a comentar la jugada a un pub. Pero poco se comentó, porque pocos eran los valientes que desvelaban quién habían elegido -si es que habían escogido a alguien-. Yo sí que lo dije, creo que fui la única. Aunque por supuesto aquí no lo voy a poner, hasta ahí no llega mi arrojo. 

A pesar del tono ligeramente irónico de este artículo, quiero decir que fue un placer conocer a algunas personas interesantes -sólo amigos, en este caso- y con quien espero volver a coincidir en la gran ciudad para compartir momentos de ocio, risas y diversión. ¡Porque no todo es ligar!

Hasta la próxima cita. Digo aquí, en mi blog, por si no ha quedado claro ;-)

Patricia Giménez